lunes, 29 de octubre de 2012

Fragmento, La obra maestra desconocida, H. Balzac

"-¡La misión del arte no es copiar la naturaleza, sino expresarla! ¡Tú no eres un vil
copista, sino un poeta! -exclamó con vehemencia el anciano, interrumpiendo a Porbus
con un gesto despótico-. ¡De otro modo, un escultor se ahorraría todas sus fatigas sólo
con moldear una mujer! Pues bien, intenta moldear la mano de tu amante y colocarla
ante ti; te encontrarás ante un horrible cadáver sin ningún parecido, y te verás forzado a
recurrir al cincel del hombre que, sin copiártela exactamente, representará su
movimiento y su vida. Tenemos que captar el espíritu, el alma, la fisonomía de las cosas
y de los seres. ¡Los efectos!, ¡los efectos! ¡Pero si éstos son los accidentes de la vida, y
no la vida misma! Una mano, ya que he puesto este ejemplo, no se relaciona solamente
con el cuerpo, sino que expresa y continúa un pensamiento que es necesario captar y
plasmar. ¡Ni el pintor, ni el poeta, ni el escultor deben separan el efecto de la causa, que
están irrefutablemente el uno en la otra! ¡Esa es la verdadera lucha! Muchos pintores
triunfan instintivamente sin conocer esta cuestión del arte. ¡Dibujan una mujer, pero no
la ven! No es así como se consigue forzar el arcano de la naturaleza. La mano de ustedes
reproduce, sin pensarlo, el modelo que han copiado con su maestro. No profundizan en
la intimidad de la forma, no la persiguen con el necesario amor y perseverancia en sus
rodeos y en sus huidas. La belleza es severa y difícil y no se deja alcanzar así como así;
es preciso esperar su momento, espiarla, cortejarla con insistencia y abrazarla
estrechamente para obligarla a entregarse. "
-La obra maestra desconocida, H. Balzac


sábado, 27 de octubre de 2012

Lo masculino y lo femenino, Marvin Harris



Independientemente de que uno acepte alguna forma de complejo de Edipo como universal, la investigación etnográfica indica que la definición vienesa de Freud sobre los temperamentos ideales del varón y de la mujer no es universal. El estudio que hizo Margaret Mead (1950) sobre tres tribus de Nueva Guinea -los arapesh, los mundugumor y los tchambuli- es el trabajo antropológico clásico acerca del espectro de definiciones culturales de las  personalidades ideales masculinas y femeninas. Mead descubrió que entre los arapesh tanto hombres como mujeres debían comportarse de una formasuave, solidaria y cooperante, que nos recuerda a lo que nosotros esperamos de una madre ideal. Entre los mundugumor, tanto hombres como mujeres se comportan de una forma fiera y agresiva, y ambos sexos se ajustan a los criterios de lo que Mead considera como masculino. Entre los tchambuli, las mujeres se afeitan sus cabezas, son proclives a reír abiertamente, muestran una solidaridad de camaradas y son agresivamente eficaces como suministradoras de alimento. Por otro lado, los hombres tchambuli se preocupan por el arte, emplean mucho tiempo en sus peinados y están siempre criticando al sexo opuesto. Aunque las interpretaciones de Mead han sido discutidas como demasiado subjetivas, no hay duda de que existen marcados contrastes entre los roles sexuales en las diferentes culturas. En pocos sitios del mundo, aparte de la Viena del siglo XIX, se puede encontrar la precisa configuración que Freud consideraba el ideal universal.

-Marvin Harris, Antropología cultural, Cap. XIV Personalidad y sexo.

viernes, 12 de octubre de 2012

Elegía en la muerte de un perro, Miguel de Unamuno

Hablando sobre la concepción de la muerte y el más allá que se tenía en el pensamiento homérico nuestro profesor, el gran Jose García Roca, nos invitó a leer este poema de Unamuno. Como siempre, supo dar el material adecuado en el momento preciso.

La quietud sujetó con recia mano
al pobre perro inquieto,
y para siempre
fiel se acostó en su madre
piadosa tierra.
Sus ojos mansos
no clavará en los míos
con la tristeza de faltarle el habla;
no lamerá mi mano
ni en mi regazo su cabeza fina
reposará.
Y ahora, ¿en qué sueñas?
¿dónde se fue tu espíritu sumiso?
¿no hay otro mundo
en que revivas tú, mi pobre bestia,
y encima de los cielos
te pasees brincando al lado mío?
¡El otro mundo!
¡Otro... otro y no éste!
Un mundo sin el perro,
sin las montañas blandas,
sin los serenos ríos
a que flanquean los serenos árboles,
sin pájaros ni flores,
sin perros, sin caballos,
sin bueyes que aran...
¡el otro mundo!

domingo, 7 de octubre de 2012

Friedrich Nietzsche, Onfray

Toda filosofia nace de un cuerpo. Del cuerpo surgen pensamientos que serán traspasados, recibidos por otro cuerpo.

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