miércoles, 30 de enero de 2013

Walter Benjamin, El futurismo-El fascismo

"La proletarización creciente del hombre actual y el alineamiento también creciente de las masas
son dos caras de uno y el mismo suceso. El fascismo intenta organizar las masas recientemente proleta-
rizadas sin tocar las condiciones de la propiedad que dichas masas urgen por suprimir. El fascismo ve
su salvación en que las masas lleguen a expresarse (pero que ni por asomo hagan valer sus derechos).
Las masas tienen derecho a exigir que se modifiquen las condiciones de la propiedad; el fascismo pro-
cura que se expresen precisamente en la conservación de dichas condiciones. En consecuencia, desem-
boca en un esteticismo de la vida política. A la violación de las masas, que el fascismo impone por la
fuerza en el culto a un caudillo, corresponde la violación de todo un mecanismo puesto al servicio de la
fabricación de valores cultuales.
Todos los esfuerzos por un esteticismo político culminan en un solo punto. Dicho punto es la
guerra. La guerra, y sólo ella, hace posible dar una meta a movimientos de masas de gran escala, con-
servando a la vez las condiciones heredadas de la propiedad. Así es como se formula el estado de la
cuestión desde la política. Desde la técnica se formula del modo siguiente: sólo la guerra hace posible
movilizar todos los medios técnicos del tiempo presente, conservando a la vez las condiciones de la
propiedad. Claro que la apoteosis de la guerra en el fascismo no se sirve de estos argumentos. A pesar
de lo cual es instructivo echarles una ojeada. En el manifiesto de Marinetti sobre la guerra colonial de
Etiopía se llega a decir: «Desde hace veintisiete años nos estamos alzando los futuristas en contra de
que se considere a la guerra antiestética... Por ello mismo afirmamos: la guerra es bella, porque, gracias
a las máscaras de gas, al terrorífico megáfono, a los lanzallamas y a las tanquetas, funda la soberanía
del hombre sobre la máquina subyugada. La guerra es bella, porque inaugura el sueño de la metaliza-
ción del cuerpo humano. La guerra es bella, ya que enriquece las praderas florecidas con las orquídeas
de fuego de las ametralladoras. La guerra es bella, ya que reúne en una sinfonía los tiroteos, los cañona-
zos, los altos el fuego, los perfumes y olores de la descomposición. La guerra es bella, ya que crea ar-
quitecturas nuevas como la de los tanques, la de las escuadrillas formadas geométricamente, la de las
espirales de humo en las aldeas incendiadas y muchas otras... ¡Poetas y artistas futuristas... acordaos de
estos principios fundamentales de una estética de la guerra para que iluminen vuestro combate por una
nueva poesía, por unas artes plásticas nuevas! »"



- Walter Benjamin, La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Epílogo


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