El engranaje fútbol-propagandístico-psicológico actúa en nuestras modernas
sociedades democráticas básicamente como un mero, aunque
trascendental, fabricante de micro-expectativas, o lo que es lo
mismo, de ciclos cerrados de entre dos días y un mes que se componen
de:
- Tiempo previo al match, horas, días o incluso semanas de insistente información acerca del evento (información preparatoria y creación artificial de expectativas)
- El encuentro deportivo en cuestión. De lo sumo dos horas y media de duración y...
- Tiempo posterior del match y la trascendencia del mismo, y que hábilmente, para reiniciar de nuevo el ciclo, habrá de encadenarse de manera inmediata con la creación artificial de expectación del siguiente duelo balompédico.
De
este modo, con el simple gasto en producción televisiva y
mantenimiento de los repetidores de ondas catódicas, se logra
mantener vivo y perpetuo este bucle infinito de expectativas creadas
y satisfechas en el tiempo que, si bien no logran mejorar en nada la
existencia de los seres humanos sobre la faz de la Tierra, si
consiguen en cambio eclipsar y anular aquellas facultades mentales
que efectivamente si podrían mejorar nuestro paso por el mundo. Y
esa es la técnica empleada y para la cual el deporte ofrece una
perfecta adecuación: las micro-expectativas. Ponga una en su mesa.
Miguel Brieva, Revista DINERO
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