Para John Berger la publicidad está articulada como un
lenguaje en sí mismo. Esta puede parecer que propone una variedad infinita de
elementos antagónicos entre sí, pero la verdad es que la publicidad como
sistema hace una sola propuesta: Nos propone que nos «transformemos» o que
«transformemos» nuestra vida. La publicidad es un proceso de fabricar
fascinaciones. La fascinación de ser envidiado. La envidia de los demás es lo que nos mueve a comprar. La publicidad
se centra en las relaciones sociales, no en los sujetos. No promete placer sino
felicidad, felicidad vista desde el otro.
El mecanismo psicológico sobre el que
actúa es la ansiedad. El temor de que, al no tener nada, no seas nada.
« […]la publicidad
nunca puede centrarse realmente en el producto o en la oportunidad que propone
al comprador que no disfruta todavía de ella. La publicidad nunca es el elogio
de un placer en sí mismo. La publicidad se centra siempre en el futuro
comprador. Le ofrece una imagen de sí mismo que resulta fascinante gracias al
producto o a la oportunidad que se está intentando vender. Y entonces, esta
imagen hace que él envidie lo que podría llegar a ser. Sin embargo, ¿qué hace
envidiable este lo―que―yo-podría-ser? La envidia de los demás. La publicidad se
centra en las relaciones sociales, no en los objetos. No promete el placer,
sino la felicidad: la felicidad juzgada tal por otros, desde fuera. La
felicidad de que le envidien a uno es fascinante.»*
Esta publicidad es una extensión de la pintura al óleo según
Berger, habla con la misma voz de las mismas cosas, solo cambia el receptor de
la misma. El óleo muestra lo que uno tiene, la publicidad lo que uno podría
poseer.
« […] la imagen publicitaria
le roba el amor que siente hacia sí misma tal cual es, y promete devolvérselo
si paga el precio del producto.»
Es la fotografía barata a color la que ayuda a evolucionar
desde el óleo hasta la moderna publicidad. «La pintura al óleo
era, por encima de todo, una celebración de la propiedad privada. Como
forma-arte se inspiraba en el principio eres lo que tienes»
La influencia que esto tiene en la política sería que la
publicidad tiene la función, deliberada o no, de convertir el consumo en un sustituto
de democracia. El poder elegir libremente el qué comprar.
«En Cambio, el
propósito de la publicidad es que el espectador se sienta marginalmente insatisfecho
con su modo de vida presente. No con el modo de vida de la sociedad, sino con
el suyo dentro de esa sociedad. La publicidad le sugiere que, si compra lo que
se le ofrece, su vida mejorará. La ofrece una alternativa mejorada a lo que ya es.»
«El dinero es vida […]
La capacidad de gastar dinero es la capacidad de vivir. Según la mitología
publicitaria, los que carecen de la capacidad de gastar dinero se con vierten
literalmente en seres sin rostro.»
Así mismo, publicidad
actúa como un sistema filosófico cerrado, da una concepción circular de la
interpretación del mundo (virus del
hegelianismo que lo llamará su autor).
«La publicidad es algo
esencialmente sin acontecimientos. Su campo de acción es justo aquel en el que
no ocurre nada. Para la publicidad, todos los acontecimientos reales son excepcionales
y les ocurren únicamente a los extranjeros. Las fotografías de Bangla Desh muestran
unos sucesos trágicos y remotos, pero el contraste hubiese sido igualmente agudo
si se hubiese tratado de hechos ocurridos a la vuelta de la esquina, en Derry o
Birmingham. El contraste tampoco depende necesariamente de que el suceso sea trágico.
Si son trágicos, su tragedia alerta nuestro sentido ético. Pero si los sucesos fuesen
alegres y se los fotografiase de un modo directo, y no estereotipado, el
contraste sería igualmente intenso. La publicidad, situada en un futuro
continuamente diferido, excluye el presente y con ello elimina todo cambio,
todo desarrollo. La experiencia es imposible en su mundo. Todo lo que ocurre,
ocurre fuera de él.»
En política esto se traduce a la creencia del pensamiento
único. Extender la idea de que no hay otra opción más que las que se plantean
al consumidor/espectador. Las enormes y
carísimas campañas políticas actuales no son más que publicidad de alto
standing.
*Todas las citas se refieren a la obra Modos de ver, coordinada por John Berger
La cartografía de la miseria de M. Onfray
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