Educación sentimental
Hombre y mujer, casi iguales en todo,
son separados de manera abrupta en sus
características por
educación e institución. El hombre es educado para ser
dominante y
agresivo, la mujer para ser pasiva y dominada. Esta es
fundamentalmente la tesis de Montaigne. La mujer es controlada desde
el mismo
momento de nacer por parte de los hombres, el mundo,
construido a imagen y
semejanza de estos se convierte en una cárcel
para ella. Montaigne adaptará el
Discurso sobre la servidumbre
voluntaria de 1547 de su gran amigo Étienne de la
Boétie para
defender que «No yerran las mujeres al rechazar las normas de este
mundo
pues han sido hechas sin su consentimiento[1]», imposible ser
más claro. A modo de
ejemplo recuerda el autor de los Ensayos cómo,
una vez que veía a su hija leer, la
matrona a su cargo la cortó
bruscamente para evitar que pronunciara la palabra
fouteau[2]. De
aquí se deriva una larga exposición de cómo las mujeres son
educadas
para el amor, para la delicadeza y para las grandes
esperanzas. ¿Cómo puede ser esto
así para después reprochárseles
quecaigan en el deseo incontrolable de los amores?
Cómo se les
puede educar a ser siempre expertas en las artes del amor y luego
castigar las actividades que de él se derivan?
Poco sentido
encuentra Montaigne también en la educación que considera el
cuerpo como impúdico, al considerar este como el seno de males lo
único que se
hace es crear un malestar con nosotros mismo y con el
propio acto que nos da la
vida. Ni la tendencia o moda a adornar en
demasía el cuerpo, pues lo único que
generará será falsas
expectativas y frustración en quienes no pueden alcanzar lo que
las
pompas prometen. El hecho de ser prácticamente iguales en naturaleza
no quiere
decir en Montaigne que no haya grandes diferencias entre
hombres y mujeres, pero
son diferencias tan grandes como podría
haber entre unos hombres y otros. El
hecho de que sean bondadosos,
de carácter difícil o de corazón malhumorado no
viene de ser
hombres o mujeres sino de la idiosincrasia de cada individuo, de las
vivencias que lo conforman y de la ascendencia que le preceda. La
construcción que
hace la vida en nosotros, es lo que construye el
carácter de cada uno, una visión que
podemos ver sobreviviendo hoy
en día en teorías como la del psicoanalista Wilhelm
Reich[3].
Analizando el carácter de un individuo en profundidad podríamos
deducir
algunas de sus vivencias, miedos y esperanzas. Primeros
trazos de lo que se llamará
subconsciente en el siglo XX, y en
pleno siglo XVI...
Como dice Onfray, en su ya citado
libro, sobre Montaigne y las mujeres, «Que no
se busque en los
genes la ficción de un eterno femenino o de taras irremediables;
cuando las
mujeres son mediocres, lo son a causa de lo que los
hombres hacen de ellas». Sin duda un
pensamiento adelantado a lo
que en la época se practicaba. Si bien Montaigne no
evita las
consideraciones varias acerca de lo poco fiables que son las mujeres
o su
malicia o «falta de ciencia», tampoco evita decir que las
mujeres se ven sometidas por
una sociedad que las educa para ser de
una manera concreta para luego castigarlas
por ello. Una sociedad
que se ha creado alrededor del hombre y de cuya naturaleza
la mujer
no participa.
Así Montaigne, sin decirlo en estos
términos, establece que la condición de la
mujer es un juego de
espejos de la condición del varón. Tanto como es el esclavo de
su
amo. Nacidos casi en igualdad, son divididos al dársele a uno el
poder sobre el
otro.
No es de extrañar que una de las
guardianas del legado de Montaigne y la persona
con la relación más
estrecha en los últimos años del autor fuera Marie de Gournay,
escritora a su vez de textos como L’egalité et des hommes et
des femmes o Grief des
dames que podríamos considerar
como precursores de lo que luego se conocería
como teoría
feminista. Defensora no solo de la igualdad entre hombres y mujeres
sino también de esposas y madres con maridos e hijos. La desigualdad
es producto
de instrucción e institución.
[1]Íbid
[2]En francés antiguo podía significar haya o una palabra malsonante
[3] «El yo, la parte de la personalidad expuesta al mundo exterior, es donde tienen lugar la formación del carácter; se trata de un amortiguador en la lucha entre el ello y el mundo exterior [...] La relación entre carácter y represión es la siguiente: la necesidad de reprimir las demandas instintivas da origen a la formación del carácter.» Wilhelm Reich, Análisis del carácter, Paidós, Colección Surcos, 2010, pp. 184-185
[2]En francés antiguo podía significar haya o una palabra malsonante
[3] «El yo, la parte de la personalidad expuesta al mundo exterior, es donde tienen lugar la formación del carácter; se trata de un amortiguador en la lucha entre el ello y el mundo exterior [...] La relación entre carácter y represión es la siguiente: la necesidad de reprimir las demandas instintivas da origen a la formación del carácter.» Wilhelm Reich, Análisis del carácter, Paidós, Colección Surcos, 2010, pp. 184-185
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