jueves, 28 de febrero de 2013

Mujer y Montaigne (V), Conclusión y bibliografía

Conclusión




El libro de Montaigne es la concreción del pensamiento del autor a lo largo de veinte largos años. La única y gran finalidad que tiene, la que le da su sentido, es la que sigue la máxima de conócete a ti mismo. El autor de los ensayos tratará toda la gran variedad de temas que trata para llegar a un mayor conocimiento de lo que su propio espíritu es. Mediante este método no solo consigue mayor conocimiento de sí mismo, sino que también da capacidades a quien lo lea. Como dijese Alexander Nehamas, «el autoconocimiento es la conciencia de nuestras limitaciones»[1]. Cuando somos conscientes de nuestras limitaciones no es porque nos conformemos con aceptar lo que nos digan que no podemos hacer, sino que encontramos en nuestra condición y en nuestra conformación física y psicológica una especie de perfil de nuestro ser. Todo él hecho con nuestras propias interrogaciones. Nuestra propia razón será la que tenga que inspeccionar nuestros abismos y, si tenemos suerte, encontrar sus  profundidades. En el caso de Montaigne, no busca el autor ser y decir lo que una mujer puede  o es para que lo admita y acepte, sino que intenta desentrañar que es, cómo y por qué es para encontrar su propio reflejo en ella. Sin el resto de las personas no podríamos compararnos con nadie, no podemos figurar nuestros detalles, puede que ni nuestra propia personalidad, sin la visión del otro. Es por el otro por lo que podemos compararnos, encontrar las diferencias y conocer nuestro lugar en el conjunto, buscando las desemejanzas encontramos nuestra propia identidad. Nos dibujamos en la diferencia del otro. 

La mujer, como cualquier otro ser humano, encontrará su camino buscándolo, este es el mensaje último que Montaigne dejará intrínseco en su obra. El destino último que se perfila en la obra de De Beauvoir. La mujer ha sido construida (y destruida) por el otro, a fuerza de aplastarla, ahora, toca encontrarse a cada una. No solo como mujer, sino como individuo, como ser consciente del mundo que le rodea, y más importante, como ser consciente de su propia finitud. «Sócrates también le enseñó a Montaigne que hay poco que aprender de él, aunque uno puede aprender mucho a través de él[2].» Puede que lo mismo hubiéramos de hacer nosotros con Montaigne. 
En conclusión, Michel de Montaigne fue tanto un hijo de su época, como un hombre de una época pasada en su tiempo. La mayoría de las consideraciones que hoy nos parecen vanguardistas para su momento fueron tomadas, interpretadas y consideradas de una mezcla de clásicos de la antigüedad. Fueron los antiguos quienes conformaron su pensamiento y quienes dieron las alas para ver más allá del horizonte de su tiempo, cegado por el fanatismo y el miedo. Fueron ellos quienes dieron la capacidad y el valor de dar una mirada introspectiva en la naturaleza humana. Puede que por eso tengamos la capacidad de tratar hoy estas cuestiones con las armas que Montaigne utilizó, porque, al igual que él antes que nosotros, miramos sobre hombros de gigantes.


[1]: El arte de vivir, Alexander Nehamas, Pre-Textos, 2005
[2]: Nehamas, op.cit., p.195




Bibliografía
 
-Michel de Montaigne, Ensayos completos, Cátedra, 2010, Traducción de
Almudena Montojo

-Michel Onfray, El cristianismo hedonista, Contrahistoria de la filosofía II, Anagrama
2010, pp. 264-275

-Peter Watson, Historia intelectual del siglo XX, Crítica, Barcelona, 2010, pp. 451-
459

-Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, Cátedra, Edición de Agustín García Calvo,
2004, pp.278-285

-Marvin Harris, Antropología cultural, Alianza, Libro de bolsillo, 2011, pp. 445-477.
Utilizado para trazar una línea clara de puntos en los que centrarse al analizar el
texto.

-Artículo de blog «Montaigne, Bloom y las mujeres»,
«http://denadapuedovereltodo.blogspot.com.es/2011/10/montaigne-bloom-y-las-mujeres.html». Para una primera aproximación al tema e ideas principales de análisis

-Alain de Botton, Las consolaciones de la filosofía, Punto de lectura, 2011, pp. 156-
236. Para un acercamiento general al pensamiento de Montaigne.

-Alexander Nehamas, El arte de vivir, reflexiones socráticas de Platón a Foucault, Pre-
Textos, 2005.


-Manuel Cabello Pino, La enfermedad de amor en Lucrecio y Catulo, Tonos, numero XVIII

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